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Another stair

Publicado: marzo 18, 2015 en Uncategorized

Hacía unos cuantos días que no conseguía este estado de sosiego. Será el día, las horas, el acompañamiento musical, la sensibilidad a flor de piel, todas esas pequeñas cosas que me satisfacen…

Tal vez, no lo sé.

Lo cierto es que me estaba concediendo hace unos instantes incluso el lujo de pensar. Pensar en el sentido más profundo de la palabra. No esos pensamientos mecánicos que fluyen a lo largo del día respecto a obligaciones y sucesos cotidianos (o no tanto). Pensar respecto a este sentimiento de calma que me embriaga ahora mismo y al camino, largo y duro aunque haya sido a tientas y escondidas, que he tenido que obligarme a recorrer en ocasiones. En otras me han empujado, ¿por qué no reconocerlo? He tenido la fortuna de que haya gente que me conoce , me quiere y ha sabido darme una buena patada en el culo o cogerme de la mano para enfilarme por la senda que probablemente necesitaba. Como bien debatía un día con una de mis serendipias particulares, el mérito y las decisiones finales son siempre mías. Pero no siempre he sabido que dirección escoger o he estado tan bloqueada que no veía más allá del maldito muro con el que me daba cabezazos presa de la desesperación. El trabajo de campo es personal pero hay ayudas externas nada desdeñables que si bien no facilitan el camino probablemente si que lo acorten. Mi agradecimiento a aquellos que supieron empujarme o cogerme de la mano. Incluso a los que no supieron hacerlo bien pero lo intentaron solo porque pensaron que era lo mejor para mí.

Considero que siguen faltando cosas en mi vida. Creo que hay metas que aun tardaré en alcanzar y no estoy ni de lejos en el punto en el que me gustaría estar. Siempre anhelamos lo óptimo pero a veces es imposible. Pienso que aun tengo mucho trabajo y mucho camino hasta encontrar lo que nos gusta denominar como «mi sitio». Probablemente parte del problema sea que no tengo claro que quiero. Pero sí sé con certeza que es lo que no quiero. Y con esa parte he avanzado mucho. Hasta hace poco podría decirse que no sabía nada. Sé que no será sencillo. Si somos sinceros, casi nada lo es cuando van pasando los años.

Pero llegan momentos como este y aunque aun estoy lejos de la plenitud que quisiera sentir, me siento tranquila. Poco debo, poco exijo y nada espero. Las tormentas ya no me asustan ni me atenazan el pecho. Los truenos no me cortan la respiración y los problemas no me quitan el sueño. Mi cuerpo ya no va por delante de mi cabeza, mi cabeza ya no puede correr más que los pensamientos, mis pensamientos no pueden anticiparse a la vida. No me importa la velocidad del tiempo, ni la oscuridad de la noche. No tiemblo arropada por las frías sábanas, no lloro cuando me abraza por la espalda el silencio. Ya no intento ahuyentar a la soledad a cualquier precio ni busco engañar a mi [sub]consciente.

Me limito a ser, a estar, a vivir, a disfrutar de lo que pueda y a intentar sufrir lo menos posible cuando toca. Intento acostarme y levantarme con este sosiego y esa sonrisa serena que pocas cosas y personas logran ya que se tambalee. Hay quien se permitió un día la licencia de  decirme que era una persona fría y distante. Tampoco creo que sea cierto. No del todo, al menos. Creo que sí hay una parte de mí, más fría, mas cabal, menos dispuesta a dejarse llevar por esa locura juvenil y pasional, por esos impulsos de auto-re-afirmación personal. Ya no necesito demostrar[me] nada a nadie.

Hemos subido otro escalón…

Seguimos leyendo…

Another stair

 

Walking to the sun

Publicado: marzo 11, 2015 en Uncategorized

El sol vespertino roza sus mejillas arreboladas por la fría brisa que comienza a despertar. Camina firme, con los ojos apenas cegados por ese ultimo rayo de luz tornasolado, de un naranja apagado que pasa rápidamente a un brillante añil tiñendo todo el cielo en apenas segundos.

Falta la luz y parece despertar en su cuerpo esa seguridad que no le acompaña durante el día. Cómo si escondiéndose tras la oscuridad pudiera dejar de ser y no ser todo lo que se oculta tras ese muro infranqueable. No duda cuando tantea con los pies las piedras del camino ni se tropieza con los socavones de la senda. Camina con tanta precaución y al mismo tiempo tanta confianza que parece como si bailase evitando obstáculos que estaban ahí para hacerle caer.

No se suelta de esa ráfaga de luz de luna que ilumina sus ojos zarcos, aun más brillantes por las lágrimas que nunca brotaron que por esa noche extrañamente clara. La sonrisa que tiene tatuada en los labios ya no muestra ese cansancio que deja exangües la mente y el corazón con solo mirarla. Emana una calma que no es capaz de apresar en su pecho, que no consigue asir para no perder. Evoca anhelos perdidos, inciertos, indignos… anhelos falaces, desorbitados, imposibles.

Descubrió el secreto que nunca le permitió ser libre y que ahora le otorga todas esas nubes efímeras para explorar.
Se percató de la realidad más cruenta, más necesaria, más sincera…

Consiguió seguir, parando apenas unos minutos para respirar, llenar su pecho y su cabeza con las certezas que nunca quiso creerse y caminar con un rumbo. Tal vez no era el más necesitado pero tiene por seguro que es el único al que conseguirá llegar.

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«A menudo encontramos nuestro destino por los caminos que tomamos para evitarlo.» Jean de La Fontaine.

 

Under your sky

Publicado: febrero 19, 2015 en Uncategorized

Noches estrelladas, con mil ojos titilantes. Al mismo tiempo tan hermoso y tan frío el espectáculo que otean mis ojos. Cómo si los astros se burlasen de mí y escupieran a mis botas brillantes de el lustre que me molesto en sacarles cada mañana.

Prometí nunca más dejarme embargar por la añoranza y la pena de lo que nunca fue. Pero hay segundos espirados por tu cuerpo que ojalá se me antojaran horas, incluso días. Suspiros fugaces y silenciosos que no podría percibir sino fuera porque conozco a la perfección cada movimiento insigne de tu cuerpo. Podría dibujar a mano alzada tu figura llena de misterio en el cielo oscuro de esta noche aun más oscura.

Quisiera acortar esos putos centímetros que asemejan kilómetros entre tu piel y la mía. Cómo si fuera posible de nuevo estar tan cercanos que tus límites se desdibujasen con los míos, que tus dedos se fundieran en cada frugal caricia con el ente exangüe en el que decidí convertirme en el mismo instante en que me juré que nunca más volvería a amar, ni siquiera al reflejo invisible que en ocasiones tiene a bien devolverme el espejo.

Parece mentira cómo el sosiego me abandona cuando intuyo desde lejos la respiración de tus dudas y evitamos perdernos en la profundidad de esa mirada que nunca más queremos volver a cruzar. Resulta increíble pensar que en esa intimidad que nunca más nos dejaremos compartir, sobran palabras que no alcanzan a representar apenas el instante en que mis pulmones se contraen sintiendo, aunque sea desde muy lejos, tus manos ansiadas sin anhelo que las mueva.

Qué más da…

Las estrellas brillan, asesinas de esperanzas, congelando el interior de mi pecho. Recalcando los deseos que nunca dejaron de ser fugaces luces en el rincón más oscuro, segundos aun no varados en la locura de no ver aparecer esos ojos nunca más en el horizonte de mi sino.

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Del egoísmo y el altruismo

Publicado: enero 29, 2015 en Uncategorized

EL EGOÍSMO: CARACTERÍSTICA INHERENTE A LA ESPECIE HUMANA

Comenzaré dando la definición que recoge la RAE sobre el término “Egoísmo”:

egoísmo.
(Del lat. ego, yo, e -ismo).
1. m. Inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse del de los demás.
2. m. Acto sugerido por esta condición personal.


Atendiendo a la acepción recogida en la Real Academia Española, podríamos considerar que esta condición no es exclusiva del ser humano y que se presenta en las demás especies animales. Todo el reino animal sin excepción presenta esta característica desde el momento en que se le dota del instinto de supervivencia. Este instinto hace que el individuo actúe como ser individual en los momentos en que su vida está en peligro, desatendiendo de esta manera la circunstancia de cualquier otro sujeto. El Hombre no se libra de este instinto de supervivencia pese a que en la época actual parece quedar más enmascarado.

Cómo se ha dicho, la condición egoísta se da en todas las especies animales al estar éstas dotadas del instinto de supervivencia. Pero en el ser humano esta condición se hace más ostensible cuando dicha característica es llevada al ámbito social. Los grupos humanos se basan es dos grandes aspectos, los sociales y los económicos. Normalmente es en el aspecto económico en el que esta abyecta condición se aprecia notablemente. En la actualidad el sistema económico que rige la globalidad mundial es el llamado “ sistema capitalista”. Este sistema presenta sus pros y sus contras. Es liberal al ofrecer libertad de actuación con ciertos márgenes preestablecidos de antemano pero crea desigualdades sociales. Existen otros sistemas económicos que facilitan el reparto de la riqueza y en consecuencia la supresión de desigualdades en la sociedad pero sin embargo no dan libertad de mercado como en el anterior.

El sistema capitalista ofrece , como hemos dicho, libertad para actuar con nuestro dinero y con el dinero de otros, como es el caso de lo bancos. Como se trata de un sistema establecido por convención humana, esto es, por legislación legal consensuada por quienes nos dirigen, no podríamos hablar de incursión en delito al hacer uso de este sistema económico. Pero es un sistema que socialmente fomenta que el humano presente su condición egoísta. Por tanto es un sistema que deja a relucir la verdadera condición del ser humano y que bajo la máscara de la acomodación natural dicha condición puede llegar a no percibirse lo suficiente, pero está fuertemente presente.

Cualquier tipo de acción humana por altruista que esta parezca no deja de ser motivada por la abyecta condición egoísta. La mismísima madre Teresa de Calcuta buscaba satisfacer sus creencias y valores religiosos, porque eso le hacía sentirse bien consigo misma. Así por ejemplo, el acto de dar una moneda a un indigente no es más que una acción motivada por el ánimo de sentirnos bien, porque no dándole esa moneda nos sentiríamos mal y ante todo quienes no queremos sentirnos mal somos nosotros. Por tanto estamos dando la moneda al indigente para sentirnos bien nosotros. Y aunque del verdadero motivo o trasfondo de la acción no seamos conscientes, nuestro subconsciente si se percata de ello y se convierte en el verdadero responsable del acto. En este tipo de acción se produce un hecho que no se da en las acciones totalmente egoístas y es el de hacer que mediante nuestra acción otro u otros se beneficien, aunque no sea el principal motivo que nos condujo a la acción. 

Por lo tanto………
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Publicado: diciembre 27, 2014 en Uncategorized

Hay momentos en la vida en los que uno se ve obligado a elegir. El raciocinio grita, martilleándote la cabeza, y tu parte más visceral te susurra al oído mil fantasías imposibles.

Ocasiones en las que el amor propio y la dignidad pasan a ser los tesoros más preciados que podrás obtener en toda tu existencia y, tras aprender con duras caídas, te percatas de que hay una valoración que nada ni nadie logrará nunca ver. Sólo somos personas, entes, un simposio de sentimientos, recuerdos, anhelos y sueños. No se puede dar un valor añadido por momentos o situaciones a nadie. Nunca podrás minusvalorarte en el mercado de la sociedad porque con el paso del tiempo no haces sino mejorar tu mismo al tiempo que ese envoltorio vacuo y vacío se aja con el transcurso de los días.

Los avatares del destino nos marcan el camino. Aunque en ocasiones no nos guste o nos parezca dañino. El sino es sabio y sabe cual es nuestro sitio.

Yo tengo muy claro cual es el mío y estoy segura de mi misma y de mi posición. Habrá hechos que duelan, que dejen mil cicatrices en la piel y cien mil heridas invisibles dentro de mí; pero yo sé quién soy y, aunque no sepa que quiero ser sí tengo muy claro en que no quiero convertirme nunca.

Tendré mil defectos pero son míos, al fin y al cabo. Y yo misma me encargaré de pulirme, por esta rambla de cantos de la vida, limando esquinas hasta lograr ser la más suave y redondeada piedra que fluirá lentamente con la corriente.

A lo mejor es cierto y desasirse de todo, por mucho que duela, es la única manera de alcanzar el equilibrio y lo más parecido a la felicidad.

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¿Cómo puede ser?

Publicado: diciembre 17, 2014 en Uncategorized

Se preguntaba lo mismo una y otra vez mientras esa sensación incipiente tan conocida empezaba a embargarle el estomago, amenazando con hacer sucumbir asimismo el resto de su cuerpo.

Bamboleada por ese oleaje de mil dudas y cien mil miedos que nunca cesan de acosarla, se debate entre la acción o la ausencia de la misma; entre ese tormentoso amanecer o la tranquila pero amenazante puesta de sol.

Aun sabiendo con certeza el resultado, se permite tener cierta esperanza en que el calor del sol no se sentirá helador sobre su piel sino tibio y dulce, como esa caricia no pedida en el momento más oportuno, en el debacle de esa batalla sin sentido que nunca tendrá vencedores, únicamente vencidos y caídos.

No se permite pesares ni tampoco culpas. No le consuela la autocompasión, no le importa la misericordia ni la ferocidad en el combate. Sabe con total seguridad que esas virtudes no sirven para frenar esa «nada» que le invade, que va ganando cada centímetro del tablero de su ser con paciencia y constancia. No servirá de nada soportar estoicamente el asedio.

Tampoco encuentra serenidad en la rendición, el vacío no termina de conquistarle sí se postra de rodillas, con la vista clavada en el húmedo suelo y el cuello sumiso para la pena capital. No acepta las derrotas ni las victorias sin gloria que otorga un enemigo que no lucha.

En esta vorágine inmunda, de lágrimas no derramadas y palabras ahogadas en la punta de la lengua…

«¿Cómo puede ser?»

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A cero.

Publicado: noviembre 29, 2014 en Uncategorized

Dos, tres, cuatro, cinco…

¿Quieres contarlos? ¿Seguimos?

Traigo un buen vino para perseguirlos por el papel y un champán francés para brindar por los no escritos. No olvidarás tus heridas abiertas, ni perderás tu mirada de invierno. No pensarás más allá del aquí o de nuestra cuenta pendiente.

Dos, tres, cuatro… ¿Cuál es el siguiente?

Cinco sonrisas encontradas, tres caricias robadas y un mantel a rayas. Comenzamos con el vino, que introduce la fuerza de la vida en el paladar y, amigo del champán francés, nos hace caer en los clichés de contar por contar.

Dos, tres, cuatro… ¿Cien?

Al rato ya no sabes si fue el champán francés o la botella de whisky que escondía el número tres en sus matices, pero pronto nos vemos empujados a seguir contando. Sigues numerando, con fluidez las cuitas pendientes y el solitario mantel, cuando das a entender los numeros negativos.

Menos uno, menos dos, menos tres…

Y nos deshacemos del champán francés y la botella de whisky y nos aplicamos la misma regla. Van desapareciendo prendas que cuentan mas que los números que las representan. La primera fue eterna. La segunda tierna. La tercera la calculamos rápido para que cayera despacio por debajo de la mesa, mientras recordabamos que número se nos escapaba al principio.

Uno…

Es lo que queríamos ser. Dejar los números compuestos y sentirnos únicos en un vacío matemático de calcular éxitos y fracasos en una escala de diez. Apoyarnos en la embriaguez de los números infinitos y cambiar el papel. Ni sumar ni restar: sólo ser.

Y lo que espero después de contar estos números, de haber escrito en nuestros cuerpos desnudos todas esas caricias… es no encontrarme cuando acabe igual que como empecé:

A cero.

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Divenire

Publicado: noviembre 24, 2014 en Uncategorized

Reanuda la levedad del sentir con ínfimas casualidades que relativizan la individualidad colmada de caminar, en ausencias presentes en cualquier instante que debiera recordar y no por ello preserva en su monólogo de pensamiento reciente.

Tras la nubosidad impuesta por sí y para universalizar el silencio jocoso que concurre a soledades atrás, y tantas necedades de amar y mar que menosprecian el fue y es, traduciendo coloquialmente este futuro inocuo, esperanzado de no saber siquiera lo que ocurrirá en aquel cielo lejanísimo y a conquistar que promete horizontes y nuevas. Nuevas a resumir deprisa y corriendo, sin determinar muy bien cómo ni cuándo tendrá lugar el vivir de veras, en palabras reales que sinteticen y exploten por fin la quietud del tiempo despacio, transcurriendo inmutable , puntualmente hacia el sueño a cumplir y no llega.

Camino a través de sus pánicos recontados hace lunas por quién, quién conoce el secreto implícito en su existir escaso de días febriles, en los que volatizar el verso no incluye desaparecer de él, de sí, del abatimiento de no poder ni querer reconducir el imposible a malograrse en arenas de todos los veranos compartidos, ante la certeza inequívoca de concluir demasiado pronto. Libre a su pesar de ceder razones y otros milagros de vuelos que no le pertenecen, ajenos al mirar desolado de lo que finaliza sin posibilidad de rebatir el actuar cómo.

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Silencio, se rueda…

Publicado: noviembre 17, 2014 en Uncategorized

No apreciamos la ausencia de palabras. No sabemos, con certeza, los placeres que entraña aquel desconocido llamado silencio. Todos hablamos, escribimos, gritamos, opinamos, criticamos… pero nadie calla. Nadie espera en la sombra, en el silencio.

Tenemos el eterno vicio de querer decir más que el otro y olvidamos que hay cosas que es mejor no decir. Porque, que precioso es el silencio. Y además, que de cosas, paradójicamente, es capaz de decir. Hay silencios que no dicen nada, silencios tras la humillación, silencios tras una pregunta comprometedora, etc. Pero hay uno, que devora el alma de a quien se le otorga. Ese eterno silencio que para la otra persona es amargo y duele más que cualquier palabra, duele más que cualquier puñal en su corazón. Un silencio que es veneno en su mente.

Aprendamos del cine porque la película de nuestra vida ha comenzado a rodarse. Guardemos silencio.

Heroin

Publicado: noviembre 14, 2014 en Uncategorized

Alguien una vez me dijo que hay que mirar los problemas de lejos, porque de cerca los pequeños detalles se mezclan con la confusión. Que las mezclas era innecesarias, para todo. Que la confusión tenía que dejar de ser nuestra amiga fiel. Y que así, solamente así, podríamos ser capaces de arriesgarnos a cualquier cosa sin miedo al fracaso.

Y aquí estoy yo; la cruda madrugada de un día cualquiera en el calendario, intentando mirar mis problemas desde otra distancia. Intentando cerrar los ojos, dar un paso hacia atrás y distinguir nuevos detalles.Ver que si lo pintas con un pintalabios, todo puede tener otro color. Vuelvo a dar otro paso atrás y vuelvo a ver caminos nuevos. Caminos sin final, callejones con trampas llenos de gatos callejeros y vagabundos ambiciosos, cubos de basura tirados, canciones de un violinista imaginado. En ellos, gente interesada que te roba tus mejores cartas para ganar el dinero de la apuesta. Calles silenciosas con sombras que te rodean, te susurran. Te cuentan con detalle como llegar al final del circuito. Como saciar tu necesidad de espacio, tu espacio. Te narran que a la derecha puedes encontrar a un viejo amigo que te dará la mano para que no te mojes en el río y a tu izquierda, la música suena más alto que en el resto del mundo.

Te confiesan que aunque ya no tengas nada, aunque lo hayas perdido todo, no estás sola.

Que siempre tienes algo a lo que aferrarte cuando tropiezas y que cuando levantas la vista, de nuevo todos los caminos se han unido en uno. Uno que te tienta, te enseña el final. Corres desesperada hacia él, pero te chocas de frente cuando la puerta de tu salvación está cerrada con llave. Con una llave específica. Una llave que solo puedes crear tu misma. Con lo que encuentres, con lo más efectivo de ti. Y cuando la tienes y abres la puerta, sabes que lo has hecho.

Has vuelto a dar otro paso atrás, has visto todas las incógnitas con su propio valor numérico. Que ese problema ya se ha solucionado, con un final. Feliz o no. Pero está terminado. Lo has hecho tu, superando cada obstáculo que se interponía en tu camino.

Como la heroína de tu propia vida.

Callejon